Leguminosas arbustivas: fertilización gratuita

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Las plantas de la familia de las leguminosas se caracterizan, en general, por presentar en sus raíces una asociación positiva (denominada simbiosis) con bacterias nitrificantes, es decir, bacterias capaces de captar el nitrógeno atmosférico y convertirlo en nitrato asimilable. Estas bacterias, generalmente del género Rhizobium, viven en una especie de pequeñas verrugas denominadas nódulos, que se encuentran adheridas a las raíces de estas plantas. La planta proporciona azúcares a estos nódulos mientras los nódulos producen nitrato para la planta. Esta simbiosis es clave para el funcionamiento de muchos ecosistemas, ya que gracias a ella la Naturaleza puede colonizar suelos pobres en nutrientes y poco fértiles. Así, las leguminosas, capaces de autogenerar el nitrógeno, suelen ser las primeras plantas en habitar suelos agrícolas degradados, enriqueciéndolos con su desarrollo, y siendo sustituidas poco a poco y conforme el suelo va mejorando, por otras especies de plantas más competitivas como por ejemplo las gramíneas.

Raíces de un arbusto leguminoso en donde se observan los nódulos de Rhizobium (bolitas blancas)

¿Qué funciones nos aportan los arbustos leguminosos?

Usar arbustos de la familia de las leguminosas cerca de nuestros cultivos puede ayudarnos a regenerar los suelos. De hecho, y siguiendo las características descritas en anteriores apartados, pueden ayudarnos a: 

– Aportar nitrógeno a los cultivos sin tener que comprar insumos externos, gracias a su simbiosis con Rhizobium

– Evitar la erosión y mejorar la descompactación del suelo, gracias a sus fuertes raíces. 

– Aportar materia orgánica y nutrientes a los cultivos siguiendo el método de chop and drop, descrito más adelante. De forma accesoria, presentan una floración bastante apreciada por insectos polinizadores y auxiliares de los cultivos como chinches antocóridas y míridas, que se ven atraídas por sus flores amarillas.

Flores de Adenocarpus telonensis, un arbusto leguminoso autóctono de Andalucía

¿Cómo podemos colocar estos arbustos
para que beneficien a los cultivos?

Al tratarse de especies arbustivas, si queremos aprovechar adecuadamente sus propiedades, se recomienda su uso con frutales o similares asociándolos cerca del árbol o árboles a favorecer. La forma de colocarlos dependerá de los métodos de gestión del propio agricultor/a. Por ejemplo, pueden intercalarse filas de arbustos entre las filas de árboles (siempre que no estén muy alejados) o asociar un arbusto a uno o varios árboles. En el caso de bosques de alimentos, es interesante sembrar inicialmente un buen porcentaje de la superficie del terreno con arbustos leguminosos y una mucho más pequeña con frutales intercalados entre éstos. De este modo, los arbustos leguminosos se irían podando para enriquecer el suelo de los frutales (chop and drop) y conforme los frutales se desarrollaran y cogieran tamaño, irían tomando protagonismo a costa de los leguminosos. De este modo, se consigue un alto enriquecimiento del suelo cercano al frutal sin usar ningún tipo de insumo externo, y simulando la sucesión natural de muchos bosques.

Las especies leguminosas elegidas deben de ser autóctonas, evitando así el problema derivado de la invasividad de este tipo de especies cuando son introducidas en ecosistemas foráneos. Es el caso, por ejemplo, de las robinias o las acacias que, pudiendo jugar un papel similar a estos arbustos en relación a los cultivos, se “escapan” fácilmente de jardines y demás, convirtiéndose en un problema en los ecosistemas autóctonos.

La siembra de arbustos leguminosos cerca de los frutales ayuda a enriquecer el suelo