Ante nosotros se abre una ventana de oportunidad ecológica en la que vamos a llevar a cabo la restauración ambiental de una finca de 5 Ha que fue y aún es hoy día un monocultivo de eucaliptos. Esta especie exótica ha sido usada durante décadas para la elaboración de papel y, en los últimos años, como biomasa.
El eucalipto en su área de distribución original apenas es depredado como consecuencia de la poca digestibilidad de sus hojas y puede crecer más o menos sin competencia por el espacio gracias a los compuestos alelopáticos que produce en sus raíces y en sus hojas. Pero ¿qué ocurre cuando un eucalipto es introducido en otro lugar? Estamos hablando de una especie ya de por sí bastante resistente. Como no puede ser de otra manera empiezan a aparecer problemas de tipo ambiental tales como el uso del agua o las nuevas interacciones de competencia con las especies autóctonas de la zona. Precisamente por su gran adaptabilidad a crecer en zonas prácticamente desérticas, es capaz de disminuir el nivel freático de forma considerable. De hecho, en el pasado fue una especie muy utilizada para drenar nuevas zonas de cultivo en ecosistemas de tipo ripario y marismeño.
Por otro lado, tenemos el ya mencionado problema ambiental de la alelopatía, que no es otra cosa que compuestos que los eucaliptos exudan a través de sus hojas y raíces para evitar que otras plantas puedan competir con ellos por los nutrientes y el espacio. Los compuestos alelopáticos son de sobra conocidos y estudiados por la comunidad científica en el mundo de la bioquímica del metabolismo secundario de las plantas, pero adquieren un nivel de sofisticación extra en el eucalipto. El cineol, por ejemplo, es capaz de inhibir el crecimiento de la vegetación herbácea a una concentración dos órdenes de magnitud por debajo de la de otros compuestos alelopáticos (5 ppm, Ballester; 1982).


Otro problema son los terpenos volátiles que estas plantas liberan. Existen otras especies vegetales que también los producen, pero los liberados por los eucaliptos son especialmente importantes porque son las condiciones ambientales favorables las que llevan a estos compuestos a ser más abundantes en unos lugares que en otros. La alta temperatura, por ejemplo, hace que precisamente estos compuestos que pasan al aire con gran facilidad se liberen en mayor proporción. Es algo parecido a lo que hacen las plantas aromáticas autóctonas, razón por la cual el romero, el tomillo o la lavanda huelen tan bien. En ciertas épocas en las que este calor se ve acompañado de lluvias abundantes, como en otoño y primavera, los terpenos son adsorbidos por el suelo y es cuando se inicia la inhibición del crecimiento de la vegetación herbácea de alrededor.
La bioquímica del eucalipto es en sí un hecho complejo y fuente de estudio, pero adquiere un carácter especial en zonas introducidas porque es en estos lugares donde su estudio se vuelve mucho más complicado. En lugares así vemos que el eucalipto ya ha generado un problema ambiental serio, ha cambiado la composición del paisaje, alterado los cursos freáticos y diezmado la composición florística de la zona y por ende el funcionamiento de muchos ecosistemas autóctonos. Tal es el caso de la comunidad gallega o la andaluza, en donde la edafología antes rica y llena de materia orgánica ha dado paso a suelos con poca vegetación y desarrollo, que se han visto erosionados hasta el punto de dejar a la vista la roca madre que los formó hace décadas.
Los bosques, diversos y complejos per se, se han convertido en un monocultivo de varetas fruto del entresacado de tocones de eucalipto, y las riberas de los ríos se han llenado de éstos gigantes, hermosos que duda cabe, en el lugar donde antes existían fresnos, álamos y chopos que sostenían ecosistemas de singular belleza y compleja composición. Los cauces que antaño fueron afluentes de grandes ríos ya no existen en muchos lugares y los ecosistemas que de ellos dependían se han extinguido, dejando sierras de simple formación, homogéneas y sin gracia, llanuras sin defensas frente a la agricultura industrial y fincas muertas con dueños arruinados que se habían dejado arrastrar por la promesa de aquella planta milagrosa que les resolvería sus problemas económicos. Muchas marismas apenas son hoy una triste franja de humedad en el suelo y el entorno se ha vuelto un páramo seco, aún más si cabe ante la más que inequívoca fragilidad de nuestro clima que nos ha llevado a una realidad de incertidumbre en el que las lluvias son impredecibles y el desierto aumenta cada vez más. El eucalipto no es la causa directa de todo este impacto ambiental, pero sí una herramienta más que ha contribuido a la formación de entornos menos favorables para el ser humano que ha llevado a la pérdida de economías locales y modo de vida tradicionales.
Ante todo lo expuesto es innegable que este texto dibuja un mundo caótico y sin futuro, y ciertamente así es, pero no por ello carente de solución. Hoy día existen muchas personas trabajando en la construcción de alternativas que puedan devolver la cordura a todo este devenir de acontecimientos autodestructivos del entorno y sus gentes, del colmenero y sus colmenas, del campesinado, mujeres y hombres que desean vivir de su entorno respetando sus ciclos. Existe una agricultura que pretende cultivar sin desgatar, sin desmembrar, que cultiva el suelo pero también la mente, que quiere comer sano pero también obtener productos de calidad sin igual, que cuida del entorno, de su vecino y que desea que las futuras generaciones puedan disfrutar de un mundo digno, alegre y verde.

Así pues se abrió frente a nosotros la posibilidad de gestionar un espacio con una evidente problemática ambiental fruto de su uso pasado, un eucaliptal de 5 Ha que posee síntomas inequívocos de erosión, de pérdida de suelo, baja biodiversidad y poca carga freática, desdeñado porque en sí mismo se parece a otros lugares en los que se ha hecho exactamente lo mismo. En definitiva, un lugar sin singularidad ambiental en el que poco se puede hacer pero en el que existe un gran potencial, porque como se suele decir en el mundo de la Agricultura Regenerativa: la solución existe buscando dentro del problema. Donde otras personas no verían más que desasosiego, bajo nuestra perspectiva siempre se repite la misma imagen. Que vuelva el agua, las plantas que aquí habitaron, los animales de la zona, el frescor que da la vegetación encapsulada en forma de bosque, cúpula verde del deseo y la imaginación de los seres humanos y también, y porqué no decirlo, que vuelva el néctar de la naturaleza que nos alimenta y nos permita vivir en nuestro planeta como siempre hemos estado en realidad. Que vuelva el fruto del bosque, de múltiples colores y sabores, para que vuelvan los pasteles caseros, la venta de proximidad, la relación entre las personas, el viento entre la comida que lleva su olor. Porque donde ahora existe un lugar degradado pretendemos que en no mucho tiempo exista un bosque, un entorno de regocijo para quien lo visita pero también de respeto mutuo. Éste y no otro es el bosque comestible, de plantas autóctonas o adaptadas a nuestro entorno y frutos deliciosos con los que se pueden hacer cientos de alimentos e incluso ser comidos tal cual. Hablamos de la bellota, las algarrobas y brevas, las almendras, las peras silvestres y los membrillos, intercalados todos ellos por un suelo lleno de níscalos, espárragos silvestres, moras y ajoporros. Un lugar para la colmena y su miel, las abejas y sus flores. Cuántas cosas pueden ocurrir dentro de un bosque comestible que no se dan en un monocultivo de eucaliptal.
Y es que esto es precisamente lo que hacemos, a esto nos dedicamos. El paso del eucaliptal al bosque de alimentos autóctonos es nuestro proyecto que empieza ahora y nos llevará por varias sendas de autoconocimiento y aprendizaje que abordaremos a modo de diario indicando los avances que vayamos consiguiendo, documentos, fotografías y datos, abordando los problemas ambientales que la finca posee en la actualidad. A saber:
– Falta de retención de agua.
– Baja heterogeneidad ambiental.
– Ecosistema edáfico alterado.
– Compuestos alelopáticos de los eucaliptos resilientes desde raíces, hojas vivas y restos en descomposición.
– Erosión del suelo.
Se trata de toda una aventura ya que la finca carece de agua para el riego y contamos con un suelo arenoso y en mal estado. Pero estamos muy contentos/as de afrontar este reto y compartirlo con vosotros/as.